LA SED


I.

De muy diversas formas el proceso de la creación se relaciona con la sed. El arte, o la escritura, tienen su origen en un impulso interno, una suerte de necesidad de trabajar con el lenguaje para nombrar  y para comprender, para encontrar caminos que circunden la fuente desconocida de la que surge. El conocimiento que se alcanza es precario casi siempre, pues el misterio sigue intacto. El arte se dirige a lo que no puede nombrarse.

De esta condición inacabada proviene, posiblemente, la sed que acompaña a los creadores: la obra sigue sin ser suficiente. Tenemos sed, pero desconocemos dónde está la fuente, o por qué estamos sedientos. El proceso nos conduce a una frustración que es indispensable, paradójicamente, para seguir creando

II.

Pero la sed es necesidad, también, en otro sentido. Crear es estar expuesto, no sólo a la intemperie del enigma, sino al rigor de un mundo que no alberga refugios para el creador. Los artistas, entregados a la creación, a menudo conocen una forma material, incluso corporal, de estar sedientos. Este padecimiento, más allá de cualquier romanticismo, es uno de los problemas más nombrados por artistas y escritores de cualquier ámbito. Con frecuencia, la contradicción se presenta entre la fidelidad a la obra y la exigencia de profesionalizarla, de situarla en el dominio público y traducirla a lo que demanda la institución y el mercado. 

III.

Sería preciso distinguir entonces entre los modos de la sed, y quizás trazar un mapa con el que orientarnos en el desierto particular de cada uno de ellos. Los caminos se dirigen siempre hacia afuera, hacia los límites del mapa: la sed nos impulsa a conocer al otro, a establecer un vínculo. A procurar un equilibrio. En El Temporal hemos abierto una serie de espacios para explorar las conexiones de la sed con la creación, con la cultura y con el cuerpo. También con el entorno en que vivimos, con la voracidad de un mundo sediento. Con la humildad necesaria para reconocer que un pozo, en el fondo, es una puerta para tomar lo que la tierra nos ofrece, nada más

El Temporal, octubre de 2023